A lo largo del año de 2025 la Iglesia celebrará el Jubileo o Año Santo, bajo el lema Spes non confundit o Peregrinos de Esperanza. Millones de peregrinos de todo el mundo acudirán a Roma y al Vaticano para participar de las gracias de este Año Jubilar. En el marco de este evento, entre el 16 y el 18 de mayo tendrá lugar el Jubileo de las Cofradías, llamadas, igualmente, a la celebración del Año Santo. Por este motivo, y como hecho histórico, se celebrará una Gran Procesión presidida por el Cristo de la Expiración de la Hermandad del Patrocinio de Sevilla, vulgo ‘El Cachorro’, y la Virgen de la Esperanza de la Archicofradía del Paso de Málaga.
Ambas imágenes y sus fraternidades serán las que representarán a todas las hermandades del orbe católico. Su elección no ha sido casual, puesto que se trata de dos de las imágenes de mayor fervor de sus respectivas ciudades. Se da la circunstancia de que ambos iconos son, además, referentes devocionales de sus respectivos barrios, Triana y el Perchel. El carácter popular de estas cofradías es inherente al de sus propios barrios y al de sus gentes. Por un lado, el histórico arrabal trianero, donde vivieron los hombres de la mar que embarcaban rumbo a las Indias, así como alfareros y ceramistas. Por el otro, el no menos histórico barrio de los Percheles, donde también moraban marineros y pescadores, de donde proviene el nombre del propio arrabal.
Sin embargo, pese a que en el caso de Triana la tradición alfarera no se ha perdido del todo, en el perchelero, nos encontramos con una realidad alejada de aquellos tiempos pasados. En cambio, en lo que respecta a sus devociones, no ha decaído un ápice. El Cristo de la Expiración, obra magistral de Francisco Antonio Gijón del Barroco sevillano, es vulgarmente conocido con el sobrenombre del Cachorro, sin que se conozca con certeza el origen de tan singular apodo. Algunas fuentes afirman que su autor se inspiró en el rostro moribundo de un gitano del barrio al que apuñalaron en una reyerta al que llamaban “el Cachorro”. Otros apuestan por una significación de origen bíblico: cachorro de león, Judá, del libro del Génesis. Sea como fuere, el apelativo acabó pesando más que la dramática advocación del Crucificado, tomando el nombre popular de la propia cofradía. El Cachorro pasa por ser “el Cristo de Triana” y una de las grandes devociones de Sevilla.
Por su parte, la Santísima Virgen de la Esperanza, imagen procedente de finales del siglo XVII, ha gozado de gran fervor en su antiguo barrio del Perchel desde siglos pasados. No obstante, a partir de las primeras décadas del siglo XX, la Dolorosa comenzó a calar cada vez más en el corazón de los malagueños, traspasando su devoción las fronteras del barrio. Como con el Cachorro, la archicofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso comenzó a ser conocida como la de la Esperanza, debido a la corriente devocional generada por la imagen mariana, la cual sigue vigente en la piedad malagueña. Dos devociones de barrio que traspasaron los límites de sus arrabales y que el próximo mes de mayo serán veneradas y procesionadas en la Ciudad Santa.
David Varea Fernández